En mayo de 2025, Colombia vivió un fenómeno que trascendió el marketing y se convirtió en un movimiento cultural: el Día del A‑pollo de Frisby, una marca colombiana de pollo frito, nacida en Pereira desde hace más de 45 años y que cuenta con 281 restaurantes en 60 municipios del país. Lo que inició como una disputa legal en España por la identidad de esta icónica cadena de pollo frito colombiana, se transformó en una celebración de orgullo nacional, creatividad y solidaridad sin precedentes.
Todo empezó lejos de las tierras cafeteras, en España, cuando Frisby Colombia descubrió que una empresa llamada “Frisby España S.L.” había registrado su nombre, logotipo y mascota en la Unión Europea. Aunque Frisby tenía registros en Europa desde 2005, la falta de actividad comercial en ese territorio permitió a terceros reclamar la marca por “falta de uso efectivo”. Después de esto la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE (EUIPO) dio a Frisby Colombia hasta el 17 de julio de 2025 para demostrar uso activo o arriesgarse a perder sus derechos.
La noticia no sólo encendió alarmas legales, sino que tocó una fibra sensible en el orgullo colombiano. Frisby no es solo una cadena de pollo frito; es el almuerzo familiar de los domingos, los nuggets compartidos entre amigos, el sabor que evoca recuerdos. Cuando Frisby España comenzó a usar el icónico “Pollo Frisby” en una campaña de expectativa, las redes sociales colombianas estallaron. Usuarios en TikTok, incluso en España, expresaron su indignación en videos, donde algunos llegaron a más de 700,000 reproducciones, diciendo: “En España esperamos el Frisby original, no una copia”.
Lo que siguió fue una demostración de solidaridad como ninguna otra, más de 50 marcas colombianas, desde gigantes como Bancolombia, Avianca, y Alpina hasta competidores directos como KFC, Kokoriko, y Buffalo Wings, se unieron en un movimiento bautizado como “a‑pollo”. Este término, ingenioso y pegajoso, encapsuló el espíritu de la campaña: un apoyo rotundo a Frisby como símbolo cultural.
El primero en dar el paso fue la gigante multinacional KFC, con en un gesto, que rompió esquemas, pintó la “F” de su logo de amarillo y publicó en redes: “Porque lo auténtico no se copia, se respeta” logrando más de 43,000 likes. Buffalo Wings, otro de los competidores directos, compartió una imagen de su búfalo abrazando al pollo de Frisby con el mensaje: “Aquí solo lo original. Las copias, que hagan fila”. Marcas como Crepes & Waffles, Alpina, Totto, Aguardiente Amarillo y hasta la Federación de Cafeteros se sumaron con publicaciones en Instagram, X y TikTok, llenando las redes de hashtags como #DíaDelApollo y #TodosConFrisby, videos y stickers que celebraban la autenticidad de Frisby y obtuvieron entre ellas más de 900.000 impresiones orgánicas, sin necesidad de poner un solo peso en pautas.
En medio de la controversia, Frisby no se quedó sólo en la defensa legal, con una jugada maestra, lanzó el Día del A‑pollo, una celebración de su historia, su comunidad y su lugar en la cultura colombiana. La campaña fue un total derroche de creatividad: Frisby respondió a cada marca solidaria con mensajes cargados de humor y personalidad. A Totto, que escribió “Nadie lo hace como ustedes lo hacen”, Frisby contestó: “Sentimos ‘Totto’ su a‑pollo”. Cada respuesta reforzaba la voz de la marca: cercana, ingeniosa y profundamente colombiana.
El resultado fue una explosión de interacciones en redes y búsquedas en Google, que llegaron a su máximo histórico el 15 de mayo, con un aumento de más del 100%. La cuenta de Instagram de Frisby registró un aumento exponencial en seguidores e interacciones, con publicaciones que superaron millones de vistas combinadas y teniendo un alcance de total de 7 a 10 millones de usuarios durante el primer fin de semana. Un video de la mascota Pollo Frisby agradeciendo el apoyo, acompañado del mensaje “Estamos desbordados de amor, gracias por todo el a‑pollo”, se volvió viral con más de 5 millones de reproducciones.
El movimiento “a‑pollo” no solo fortaleció la imagen de Frisby, sino que tuvo impactos medibles. Según Valora Analitik ,Frisby vende aproximadamente 900.000 pollos al mes y cerca de cinco millones de arepas, y expertos sugieren que la visibilidad generada por la campaña probablemente impulsó estas cifras durante mayo y junio de 2025, la presión mediática y social obligó a Frisby España a suspender temporalmente su programa de franquicias y anunciar cambios en su imagen, logotipo, y mascota, admitiendo que la controversia afectó sus planes de expansión.
El caso de Frisby es un manual vivo de marketing con propósito que nos ha dejado algunas lecciones para aplicar como marcas:
Frisby no solo defendió su marca; reclamó su historia y su lugar en el corazón de los consumidores. El “Día del A‑pollo” demostró que una marca puede ser una bandera que une a una nación. La controversia obligó a Frisby España a retroceder, porque como señaló Lina María Echeverri, experta en publicidad de la Universidad del Rosario, “Es una marca tan querida que toca la sensibilidad y el nacionalismo, convirtiéndose en un movimiento”.
Para las agencias de marketing, este caso es un recordatorio: las mejores estrategias no siempre buscan vender; a veces, buscan conectar. Cuando una marca logra que sus consumidores y hasta sus competidores se unan para defenderla, no es solo una victoria legal: es un movimiento real, uno que deja huella y redefine lo que significa ser una marca en el siglo XXI.
Geraldine Cardenas M.
@geraldcm18