A estas alturas ya todos sabemos que la nostalgia vende, pero ¿realmente funciona para conectar con nuestro público?
Disney volvió a hacerlo, decidió jugar con una de sus fichas más seguras: el live-action de Lilo & Stitch. Pero una vez más está jugada no resultó ser tan mágica, como todos esperaban. Entre críticas a los cambios hechos a la narrativa, comparaciones con fan arts más pulidos y controversias por la elección del cast, la conversación en redes no ha parado desde su estreno.
Para sorpresa de todos, a pesar de todas las críticas mixtas que ha generado y el hecho de que fue realizada apenas con un presupuesto de $100 millones de dólares (el más bajo de todas sus adaptaciones live action), fue
un éxito total en taquilla desde su primer fin de semana en todo el mundo, logrando recaudar una cifra de $341.7 millones de dólares. Entonces… ¿realmente funcionó o simplemente nos atrapó la emoción de volver a nuestro tierno y esponjoso alienígena azul?
Si nos detenemos a mirar con lupa, podemos darnos cuenta que la conversación en redes está contando otra historia: hay algunos fans decepcionados, memes comparando al Stitch original con el nuevo, la selección del cast para algunos personajes pero sobre todo una gran crítica a los cambios realizados al guión original, en especial el final que dejó un sabor algo amargo para muchos. El resultado: muchos la vieron, pero no todos quedaron satisfechos.
El debate no sólo explotó por los detalles de producción que muchos notaron en pantalla, si no porque los fans no sintieron esa conexión que generó la película original. Esta nueva versión de Lilo & Stitch en su intento de humanizar más sus personajes, diluyó el conflicto emocional y el mensaje que transmitió la película del 2002. El guión cambia momentos claves, escenas icónicas y elimina matices importantes de la trama que convierten la narrativa compleja sobre el abandono, la pertenencia y la familia en una historia más plana y fácil de digerir para el molde “americano”, enviando un mensaje que podría verse un poco como “propaganda gringa”.
Uno de los puntos más discutidos sin duda fue el giro que dió la película en el final, ese mensaje profundo que nos cautivó a todos de “Ohana significa familia y la familia no se abandona” y que tiene un gran significado para la cultura hawaiana, queda reducido a una simple frase banal, haciendo ver como solución al problema la burocracia y el buen comportamiento. Lo que un día fue un abrazo cálido para las familias no convencionales, hoy se siente como un lavado de cara a las instituciones gubernamentales. Y eso, cuando esperabas emociones reales, se nota. Cuando decides tocar fibras emocionales en tu público, no puedes simplemente reemplazarlo por corrección política y storytelling de lavado.
¿Entonces qué pueden aprender las marcas con esto? Las marcas también llegan a usar como estrategia la nostalgia. A veces con productos de edición especial, otras veces rescatando jingles antiguos, o incluso trayendo de vuelta personajes queridos del pasado. Y sí, funciona, pero únicamente si lo hacen bien.
Aquí queremos compartir algunas de las lecciones claves que nos ha dejado nuestro querido amigo azul y su último remake:
Apelar al recuerdo debe mejorar la experiencia, no justificar una entrega “a medias”. Si el contenido no está bien ejecutado, la audiencia lo nota, y créeme, no se quedará callada.
Lilo & Stitch no es solo una película bonita. Es una historia sobre pérdida, pertenencia y familia no convencional. Si te enfocas solo en “el alienígena tierno y esponjoso”, estás ignorando el verdadero corazón de la narrativa.
Hoy todo se convierte en meme, en crítica, en análisis o en video. Las audiencias tienen más herramientas, por ende: más exigencias que nunca. Si solo das “una versión light de lo que fue”, te lo harán saber.
Muchos se obsesionan con los números. Pero ser viral no garantiza que dejes una huella en la memoria de todos o que la percepción sobre ti sea positiva. Hay que saber distinguir entre el alcance y el impacto, ya que el segundo suele ser más duradero que el primero.
Lilo & Stitch sigue teniendo corazón. Pero esta versión live-action se sintió recortada, no solo de presupuesto, sino también de intención. Y eso es justo lo que no puede faltar cuando una marca decide apelar a lo emocional: propósito de verdad.
Así como una historia puede conectar desde lo sencillo (como lo hizo la versión animada), también puede desconectar si lo que entregas es ruido sin fondo.
En un mundo donde todos quieren conectar, lo único que no puedes darte el lujo de hacer es fingir que lo estás haciendo.
Geraldine Cárdenas M.
@geraldcm18